Doris Humphrey es una de las figuras responsables del surgimiento y desarrollo de la danza moderna.
Doris Humphrey pertenece a una generación de grandes coreógrafos (Martha Graham, Lester Horton, Charles Weidman y Hanya Holm, entre otros) potenciadores de una nueva concepción de la danza en américa. Una concepción desencadenada a partir de la independización y liberación de las tendencias exóticas de un grupo de artistas no menos geniales (Isadora Duncan, Ruth St, Denis, Ted Shawn, etc.) y que produce, a su vez, una gran variedad de expresiones contemporáneas (Merce Cunningham, José Limón, Alvin Ailey etc.).
Al contrario que el resto de su generación, Doris Humphrey tuvo una amplia y fuerte educación dancística desde muy niña, así como el privilegio de afrontar muy tempranas actuaciones, aunque tambIén será la que antes deje el escenario. La primera oportunidad profesional de Humphrey surgió en 1917 al entrar en contacto con la compañía Denishawn, en donde se convirtió inmediatamente en bailarina principal y profesora, además de pasar a ser colaboradora en algunos proyectos coreográficos de su directora, Ruth St. Denis. Allí, el talento creativo de Humphrey fue poco a poco madurando hasta exigir independencia propia. Incapaz de continuar bajo una dirección artística ajena a sus ideales, Doris Humphrey se alía con Charles Weidman y con Pauline Lawrence para fundar una nueva escuela y formar, a partir de ella, una compañía en 1928. Con ellos, con el humor y la originalidad de Weidman y la aguda imaginación teatral de Lawrence, Humphrey experimentará la década más productiva de su vida, A pesar de numerosos avatares financieros y sentimentales, consigue crear durante este periodo de colaboración una gran variedad de composiciones, algunas de las cuales son ya piezas clásicas en el repertorio de la danza moderna de este siglo. En Water Study (1927), The Shakers (1931), New Dance Trilogy (1935 36) o Passacaglia and Fugue in C Minor (1938) encontramos no sólo el característico moderno estilo coreográfico de Humphrey, sino también la filosofía humanística detrás de él.
Doris Humphrey revela a lo largo de su carrera artística, primero como bailarina y luego como coreógrafa y profesora, una gran preocupación universal por el hombre y la mujer, por sus relaciones, sus luchas, sus aspiraciones. El suyo es un mismo y constante mensaje de esperanza en cuanto a la consecución de solidaridad y armonía social en el que todos los ciudadanos aparecen uniendo sus esfuerzos hacia un mundo mejor. No es este, sin embargo, un ideal místico que alude y otorga responsabilidades a un ser ulterior, sino más bien un ideal puramente terrenal, ya que, únicamente contempla el acto heroico de lograr la hermandad entre los hombres por ellos mismos y para la felicidad vital de su comunidad. La expresión de estos pensamientos ocurre en un marco de acción en donde se huye de toda ejemplicación, en un escenario en donde no se da laexaltación de la destreza y belleza individual, ni siquiera en aquellas ocasiones en las que se producen solos o existe un líder, por el contrario, sólo aparece enfatizada la fuerza grupal en su totalidad, aunque sin orar la naturaleza atómica personal que la constituye.
A Doris Humphrey le gusta la despatticularización de sus personajes, incluso de sus historias, cuando las hay, y ofrecer así a su público la posibilidad de integrarse en su propuesta.
La obra de Doris Humphrey alcanza dicho contenido expresivo a través del dominio de una técnica basada no en un vocabulario fijo y sistemático de movimiento, sino en la comprensión de los principios que rigen el movimiento, los cuales esclarecen los secretos de la composición coreográfica, A partir de esta comprensión, distingue cuatro elementos básicos que deben aparecer en la danza para que esta adquiera debidamente su significado: dise ño, dinámica, ritmo y motivación. El diseño lo forma el movimiento en sus cambios de posición, la dinámica resulta de los grados de tensión producidos, el ritmo aparece a través de los acentos a intervalos precisos, y la motivación brota del sentimiento comunicativo hecho consciente. No obstante, DorisHumphrey considera que la combinación de estos elementos no tiene por qué surgir de un análisis consciente, bien puede yacer de manera subconsciente en la mente del creador. Para esta actitud teórica no cabe el establecimiento de una técnica fija, es más bien defensora directa de la poten cialización de nuevos impulsos creativos de la evolución técnica a través de la experimentación personal del coreógrafo. HumphIey, en particular, inspirada en la idea estética nietzscheana de la tensión entre dionisíaco y apolíneo, elige la caída y la recuperación progresiva del equilibrio a cualquier nivel como eje dual del movimiento que domina la forma de sus composiciones. El original ,que surge de este juego deliberado ( y no natural como es el caso del movimiento diario) con la gravedad, el cual constituye la esencia de su lenguaje coreográfico, es complementado con la estilización gestual de cualquier parte del cuerpo. Las palmas de las manos, los golpes de los pies, el desplazamiento de los hombros o la inclinación de la cabeza son algunas de esas posibilidades gestuales que colaboran a crear el estado emocional deseado.
Son también en gran parte responsables de su mensaje los elementos con que Doris Humphrey rodea a sus coreografías. La música es probablemente el más importante de todos para ella, quien pudo gozar de las enseñanzas de una madre pianista. Sus grupos en movimiento fluyen siempre con una pieza musical pero sin someterse a ella, a veces su ritmo y dinámica es opuesto (Dar onEarth, 1947/ Sonata para piano de Aaron Copland), a veces se produce lá armonía total ( Passacaglia, 1938/ Passacagliay fuga en do menor de J. S. Bach), a veces la música surge posteriormente a la coreografía (New Dance, 1935/Wallingford Riegger),Sólo en muy contados y breves espacios podemos ver a Humphrey callando la música para continuar la danza única mente en el movimiento,(ThShakers, 1930f música folklórica tradicional). Una constante musical en sus danzas es, sin duda,la obra de Bach, la cual adoraba e insistía en usar a pesar de las muchas críticas que recibía por este gusto. Aquellos que han bailado o conocen sus coreografías coinciden en cómo todas ellas revelan una sensibilidad musical extraordinaria, especialmente en lo que respecta a la calidad rítmica.
En lo que se refiere a la escenografía, otro de los elementos que ella misma decide, el espíritu práctico de Humphrey alcanza su máximo grado. El espacio dancístico es siempre de límites angulares con una focalidad central. Esto le da un carácter más bien sobrio, normalmente reducido a varios bloques de tonos oscuros organizados en una forma espacial fija, Montañas, bancos, habitáculos son algunas de las cosas que tratan de representar, sin embargo, el espectador no es forzado a interpretar o reconocer estas realidades más allá de ellos, la contemplación de las configuraciones espaciales mismas es todo lo que se requiere del público para que estas adquieran su sentido dentro de la obra. Pero no sólo por cuestiones de conveniencia práctica impuso Doris Humphrey este tipo de escenario a su compañía, sino también porque creía firmemente en la eficacia y poder teatral de los distintos arreglos espaciales entre estos bloques.
En la actualidad la obra de Doris Humphrey es probablemente una de las mas solicitadas por diferentes compañías de danza de todo el mundo y, en especial, en los Estados Unidos. En gran medida esto es debido al esfuerzo invertido por el Dance Notation Buréau en el registro de más de una quincena de sus coreografías, a través de la labanotación, así como de otros detalles de relevancia para la reconstrucción total de las piezas. Además de estas partituras, se conservan un gran número de películás (tanto históricas como más recientes), una importante colección fotográfica y gran cantidad de textos sobre Doris Humphrey de carácter biográfico, técnico y artístico.
Por su lado, ella escribió parte de su biografía, la cual puede encotrarse editada y completada por la historiadora Selma Jeanne Cohen en el libro Doris Humphrey: An Artist First (Wesleyan University Press, 1972). También dedicó los .últimos años de su vida a la redacción de un libro, La composidón de la danza (UNAM, 1981), en el que expone su visión de la danza y, en particular, del arte
coreográfico; *Todas aquellas personas interesadas en detalles particulares de la obra de Doris Humphrey pueden contactar con Charle H. Woodford, director de la Doris Humphrey Society, Civic Arts Council, One Village Hall Plaza, Illinois 60302, .USA,
Para recibir una lista completa de partituras en labanotación de coreografias de Humphrey, escribir a: Leslie Rotman, Director of Reconstructions, Dance Notation Bureau,31. West 21st Street, New York. NY 10010.Fue Doris Humphrey destacada figura de la incipiente danza contemporánea que emergía en la época que le tocó vivir. Alumna de Denys y Ted Swan, emblemáticas personalidades de la danza, junto a ellos se formó y bailó posteriormente en la compañía que dirigían, empapándose de una danza que olía a innovación y ruptura. Posteriormente, y junto a Charles Weidman, que fue alumno suyo con anterioridad, fundó su propia agrupación en Nueva York con la que estrenó más de una docena de montajes. Entre ellos figuran Water study, The call, Breath of fire y Race of life. Creó también Doris Humphrey para otras agrupaciones. Entre ellas se encuentra la dirigida por José Limón donde Humphrey asumió además la dirección artística invitada por su fundador. Era 1946 y la bailarina y coreógrafa llevaba unos años retirada de los escenarios por problemas de salud. En la compañía de José Limón, donde Humphrey permaneció durante 11 años, estrenó montajes como Corybantic, Deeo rythm y Ruins and visions. A Doris Humphrey también hay que atribuirle la fundación del Julliard Dance Theatre, ballet adscrito a la Julliard School de Nueva York.
Su técnica como filosofía
Para el Ballet o Danza Clásica la lógica es muchos estilos y una sola técnica. Para la danza moderna, la lógica es muchas técnicas, lenguajes motivados, resultados de una “filosofía” de la Danza que en cada creador digno de gran nombre, se determina como un sistema de pensamiento hecho técnica, la cual origina, desarrolla, se perfecciona, se hace objetiva y comunicable.
Aquí se vence el preconcepto que los grandes lenguajes de la danza moderna no son
“libres” y “aproximados”.
En su autenticidad son verificables como sistemas lógicos.
La Conexión de Doris con la Filosofía de Nietzsche y el origen de la poética –dramática de los fundamentos de la Técnica Humphrey: Fall –Recovery (caída y Recuperación), motivación extrema de dualismos: Equilibrio-Desequilibrio; Muerte Estática/Muerte Dinámica, que viajan de la pura metáfora Excitación-Reposo; Peligro-Paz; conectados a la dicotomía de Nietzsche entre lo Dionisiaco y lo Apolíneo, al análisis de la mecánica del cuerpo.
¿Que drama podría ser mayor que aquel de caer? Caer de la seguridad del equilibrio perfecto, caer de un estado de gracia, caer enamorado.
En el caer de la simetría apolínea, el Hombre experimenta la ebriedad del abandono, prueba el placer de la “Zona de peligro” donde el éxtasis dionisiaco se acerca a la muerte.
Estar de pie como experiencia fundamental de la Danza podría parecer inmovilidad, pero esta inmovilidad tiene un potencial de movimiento ilimitado.
Reconocer la realidad era una premisa vacilar de la Danza Moderna. Tener raíces significa tener poder. Tener raíces significa tener identidad.
“El bailarín moderno debe establecer una relación humana
con la gravedad y la Realidad “ Doris Humphrey
http://www.revistaluciernaga.com.ar/articulosrevistas/24_dorishumphrey2.htm
http://www.ciudaddeladanza.com/bibliodanza/biografias/doris-humphrey.html
http://www.danza.es/multimedia/biografias/doris-humphrey